08/8/2018 20:00, Universidad EAFIT, Medellín, Colombia
Performance coreográfica multimedia en tres actos Composición, coreografía y programación: Daniel Zea
Performers: Mauricio Carrasco, Aurélien Ferrette, Anne Gillot, Jocelyne Rudasigwa (Ensemble Vortex).
Frágil es un espectáculo híbrido mezcla de performance coreográfica, video y música generada en tiempo real a partir de captación de gesto y movimiento asistida por computador. Una obra en tres actos: The Fuck Facebook Face Orchestra, Desplazados y Kinecticut.
Cada una de los cuadros de este tríptico habla de la fragilidad de nuestra sociedad frente a su fascinación desenfrenada por la tecnología.
En cada acto, el cuerpo de los músicos es puesto en escena, siguiento una estricta partitura de movimientos, que es a la vez un ensamble de indicaciones coreográficas y partitura musical pues detrás de cada obra hay un sistema de producción sonora que es alimentado y controlado por la danza. En cada instante el sonido sigue al gesto que a su vez es influenciado por la música.
En The Fuck Facebook Face Orchestra (premier acto) y Kinecticut (tercer acto), esto se logra gracias a una cámara infraroja (Kinect) que hace un seguimiento en tiempo real del movimiento corporal de los intérpretes. Esta captación se traduce en señales de control de la síntesis sonora producida por el ordenador de cada performer.
En Desplazados (segundo acto), los músicos, envueltos en cobijas de supervivencia, siguen una partitura de temblores que organiza la producción sonora. Estos sonidos son captados por micrófonos y procesados por una computadora central que redifunde el sonido en la sala de concierto creando así la atmósfera de la pieza.
La decisión de dar a los músicos el rol de bailarines no es una consecuencia del azar. El hecho de que sus cuerpos no están acostumbrados ni a la escena, ni a ser contemplados, hace que éstos reflejen una cierta fragilidad. Por otra parte, su sensibilidad musical permite un control preciso de los gestos y movimientos guiados por la escucha.
La imagen está también estrechamente ligada con el sonido y la danza. Pensada como un tríptico, la obra presenta cada acto como una pintura en movimiento. En el primero, a la imagen de video de los performers se añade una capa de textos generados en tiempo real, produciendo así un universo caótico y contaminado con una estética cercana de las redes sociales o la teleconferencia. En el segundo, la imagen muestra un retrato ambiguo entre el migrante y la víctima, para al final de la obra revelar una sorprendente dimensión de video-vigilancia, omnipresente en nuestra sociedad de hoy. En la última parte, los intérpretes están desnudos en frente de las máquinas a la cuales obedecen. La fragilidad humana en su punto climático. La desnudez iluminada por la luz fría de la pantalla evoca un claro-oscuro contemporáneo.